Hace varias semanas que le daba vueltas a una idea para este blog. Una idea que poco tiene que ver con el tipo de contenido que publico habitualmente. La idea era escribir regularmente sobre el mundo de la fotografía pero desde un punto de vista muy distinto al que nosotros, aficionados, tenemos. Escribir de forma irónica y sarcástica sobre comportamientos que, por tenerlos tan interiorizados, nos pasan desapercibidos.
Al tener esa idea, en seguida me vino a la cabeza un libro que leí hace casi 20 años. Sin noticias de Gurb, escrito por Eduardo Mendoza. En esa obra, el autor convierte a la ciudad cotidiana en el escenario de una carnavalada que revela el verdadero rostro del ser humano urbano actual, a través de la sátira y la paradoja.
El escrito que a continuación inicio tiene claras reminiscencias al libro comentado anteriormente, aunque no tiene intención alguna de convertirse en ningún relato, ni siquiera corto, ni siquiera malo. La periodicidad de las nuevas “entregas” y la duración del escrito vendrá determinado por el “éxito” del mismo, con lo que agradeceré enormemente vuestro feedback.
¡Empezamos!
Día 1
¿Por qué irán los humanoides con esos colgantes? Algunos parecen ligeros, pero hay otros que deben pesar toneladas… ¡Mira mira, ese personaje sostiene el colgante en la mano y allá donde apunta la gente sonríe! ¿Qué clase de poder debe tener ese artefacto?
No sé que leches debe ser, pero necesito uno. Puede ser una buena forma de pasar desapercibido a la vez que socializarme con esos extraños individuos.
- Perdón. ¿Donde ha comprado su colgante?
- ¿Colgante? – contestó el hombre con cara de no tener la más remota idea de lo que le hablaba.
- ¿No se puede hablar de él? ¿Pierde entonces sus poderes?
- No sé de que me estás hablando, muchacho.
Señalé el objeto que descansaba sobre el pecho del hombre y volví a realizar la misma pregunta, aunque substituyendo el perdón por una de esas palabras que utilizan los humanos para enfatizar sus palabras.
- ¡Joder! ¿Dónde ha comprado su colgante?
- ¿Hablas de la cámara? – preguntó a la vez que cogía y agitaba el colgante.
- Por supuesto.
- Te veo confundido hijo. Es una réflex y puedes comprarla en cualquier establecimiento de fotografía o en cualquier gran almacén. Puedes probar aquí mismo, en el Triangle – agregó el hombre mientras iniciaba nuevamente la marcha y su varita réflex empezaba un hipnotizador baile sobre su pecho.
- Mola…
Proyecto off-topic... :)
ResponderEliminarOye, que gran libro. Lo leí hace muchísimo tiempo, y hará menos de un año que lo busqué en el Mercat de St.Antoni por que quería volverlo a leer y después de mucho buscar lo encontré. Lo guardo como una joya.
Buena idea... aquí tendrás un lector.
graaaande! a ver dónde te lleva! (:
ResponderEliminarGran libro David, sin lugar a dudas. Chorra, pero grande. Yo conservo mi ejemplar, aunque debe estar ya algo amarillo...
ResponderEliminarPues sí Mònica, a ver a donde nos lleva. O mejor dicho, a ver si nos lleva a alguna parte...