Castellroig, vins de terrer

Hace tiempo que teníamos en  mente hacer una visita al Celler de Castellroig, pero por una cosa o por otra, nunca acabábamos de encontrar el momento. Este sábado, al fin, pudimos hacerles una visita la cual incluía tanto el museo privado como su bodega. ¡Ahora sólo me queda hacer el tast sorpresa del Marcel!

En este enlace podéis ver con más detalle en que consisten las visitas así como sus horarios.

Para los que no conozcáis Castellroig y su bodega Sabaté i Coca, comentaros que se trata de una bodega familiar que se encuentra en el municipio de Subirats, en la comarca de l’Alt Penedès, provincia de Barcelona. Esta bodega se caracteriza por hacer lo que ellos llaman vins i caves de terrer. Por ese término ya se puede intuir la gran importancia que dan a las tierras de sus fincas. De hecho disponen de once tipos distintos de tierra que les permiten elaborar distintos tipos de vinos y cavas, a cuál más bueno.

Después de esta breve introducción, comenzamos con las fotos de la visita.

En los alrededores de la bodega no faltan los bidones típicos. Los hay de todos los tamaños…

Grandes,…

Pequeños y deteriorados,…

Medianos,…

La bodega podría confundirse con cualquier masía típica catalana sino fuera por la presencia de los bidones que veíamos anteriormente y alguno de sus viñedos a escasísimos metros de la casa.

En la masía, además del espacio interior destinado a la cata de sus vinos, encontraremos también una pequeña terraza donde tomar una copa rodeado del paisaje típico del Penedès.

Al entrar, lo primero que encontramos es una barra en forma de L en la podremos ver los distintos vinos (a la izquierda) i cavas (a la derecha) que actualmente ofrece la bodega.

El sitio es realmente acogedor, como se puede apreciar en estas dos fotos:

   

Cómo veis, los bidones no sólo están por fuera de la masía… En tres de ellos encontraremos tres de los once tipos distintos de tierra que tienen sus fincas.

   

En este cuadro podremos ver la distribución de todas sus fincas.

Cómo si de una exposición de arte se tratase, sus obras adornan la sala…

   

La visita, guiada por Marcel Sabaté Padre, nos lleva primero al museo, donde podremos ver y escuchar como elaboraban el vino en sus inicios.

Como pieza de museo encontraremos el mejor cava del mundo, premio que les dieron en 2008 con las añadas de 2001 y 2003, recibiendo la puntuación máxima para un cava: los 91 puntos. Yo pude probar hace unos meses este cava y, la verdad, es que es impresionante. Su precio, a priori, nos puede parecer algo elevado, pero cuando lo pruebas te das cuenta del porqué.

   

Como se puede ver en la foto de la derecha, hace años alguien ya auguraba un buen cava catalán…

Y mi foto favorita del museo, la famosa barrica de roble francés empleada para la crianza del vino tinto.

En el museo también encontraremos botellas viejas, muy viejas.

Ya en la bodega, en la que se mantiene una temperatura constante de 17º,  nos daremos cuenta que siguen trabajando de forma muy tradicional y, el señor Sabaté, nos cuenta como una persona, conocida como el toca culos, se encarga de girar un cuarto todas las botellas, con el objetivo de que el poso del vino se deposite junto al corcho. Pasado unos cinco días una máquina podrá congelar el cuello de la botella, extraer el cocho junto con el poso congelado, para luego volverla a encorchar, etiquetarla y distribuirla.

   

Y la etiquetadora, una de las pocas máquinas de la bodega.

Y después de la visita toca probar sus vinos y cavas y decidir que comprar. Nuestra decisión estaba clara desde el principio, una caja de Negre Selecció, nuestro vino tinto favorito. Así que ya no quedaba más que firmar el libro de visitas…

… y marchar con la compra a casa.

Y que bien queda al lado de otro de nuestros tintos favoritos…

Y con esta foto acabamos la kilométrica entrada de hoy, la cual estrena una nueva etiqueta en el blog: Reportajes fotográficos.

No hace falta decir que la visita es altamente recomendable, tanto para los que os gusta el vino y el cava como para los que queráis disfrutar de la tranquilidad de esos parajes así como de la compañía de la familia Sabaté.